
¿El tetero daña los dientes? La verdad sobre este amigo de cuidado
Es común el cuestionamiento sobre si el tetero daña los dientes de nuestros niños. Debes saber que el uso del tetero en la alimentación del niño tiene un límite de edad y exige precaución. Si te excedes con este puedes causar trastornos físicos y emocionales al pequeño.
La verdad sobre si el tetero daña los dientes
Imagina esta situación: es la madrugada, el bebé levanta la casa a gritos y una madre desesperada se levanta, tantea el biberón, lo introduce en la boca del niño y se entrega plácidamente de nuevo al sueño. Tal vez parezca un frasco mágico pero no lo es. Más bien, es una medida que refleja la ansiedad que el llanto del niño produce en los mayores.

El tema del uso del biberón puede llegar a ser algo serio si no se limita. Verás, según los estudios de psicología infantil, hay casos extremos que afectan el desarrollo integral de los niños. Por ejemplo el de Natalia, una pequeña de 11 años cuyos padres no entendieron la importancia de suprimir a tiempo el tetero por alimentos sólidos. Hoy la pequeña toma seis biberones al día y aunque estudia con niñas de su misma edad se comporta como si tuviera cinco años y sufre de obesidad.
Hábitos y adicciones
Todo niño debe cumplir diferentes etapas psicológicas en el desarrollo de su personalidad. Una de ellas es la oral, que se supera hacia los 12 meses. Hasta entonces el chupo, el biberón y el dedo juegan un papel importante en la vida del bebé.
Estudios recientes hechos en Estados Unidos por psicólogos infantiles, con una muestra de chicos en edad escolar de cinco años en adelante, encontraron que los adolescentes que más problemas presentaban con hábitos como el cigarrillo o el alcohol, eran los que habían tomado biberón más allá del año de vida. En otras palabras, darles tetero después de que cumplan el año hace que posterguen la gratificación que les proporciona la etapa oral, afectando el desarrollo de la personalidad y dejando al niño expuesto a que más adelante, cuando enfrente algún conflicto, retome esa etapa oral en la cual halló placer.
Descuidos peligrosos
Existen otros peligros para el niño, como la “caries de biberón”. Se denominan así porque aparece cuando se asocian los azúcares que contiene el tetero, la placa bacteriana, las bacterias presentes en la boca y la acidez salivar. En el desarrollo de maloclusiones o de dientes desalineados, su uso continuo puede deformar el paladar, lo que conlleva a que muchos niños desarrollen dientes salidos. También, la mordida se cruza, es decir, los dientes de abajo se anteponen a los de arriba, lo que le acarreará problemas odontológicos posteriores a los pequeños.

Además, la posición horizontal en la que el bebé toma el biberón llega a afectar el oído y ocasiona otitis media, que incluso, es repetitiva. Esto pasa porque parte del líquido del tetero entra en contacto con el orificio donde comienza la trompa de Eustaquio, en la parte posterior de la nariz, y lo irrita o pasa al oído e impide la entrada de aire.
Como un buen compañero
El gusto por el biberón puede verse como una adicción psicológica de cuya necesidad el niño no es consciente, sino que ha sido entrenado para que acuda al tetero cada vez que desee dormir o serenarse. Entran en juego dos factores: Uno, el niño substituye amor de la mamá por algo físico que es el biberón, lo cual puede ser síntoma de carencia emocional afectiva, porque quizás la madre no le dedica suficiente tiempo. Dos, en la noche le cuesta trabajo dormirse al bebé y desarrolla estereotipias conciliadoras del sueño. Estos son comportamientos repetitivos como chuparse el dedo, cubrirse con una manta, introducir una esquina de la almohada en su boca o abrazar un muñeco. Igual sucede con el biberón.
Después de evaluar todas estas razones conviene preguntarse si no es necesario medir el uso del biberón en los niños. Tal vez sea mejor verlo como un compañero temporal y no como un amigo inseparable.

¿Cómo hacer para que dejen el tetero?
Los primeros seis meses el niño se toma de seis a ocho teteros diarios, es decir, uno cada tres horas o más. De los seis a los nueve meses se le deben reducir a tres o cuatro y de los nueve a los doce se le deben suspender. Hay que introducir al niño gradualmente en la alimentación familiar a partir de los seis meses. Es útil utilizar poco a poco otros elementos como el vaso y la cuchara.
Si después del año y medio el niño aún continúa consumiendo biberón se debe tomar la decisión de suspenderlo. Hay que hablar con él y explicarle bien porque no le conviene seguir utilizándolo. Después de esto se debe escoger el tetero que más falta le hace al niño y empezar a suspender semanalmente uno a uno, dejando éste para el final. Para llevar a cabo este proceso con éxito se requiere que los dos padres estén de acuerdo, trabajando en equipo con ternura y firmeza a la vez.
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Sabemos como expertos en la salud oral que entre más tiempo dejes que se exceda el límite de tiempo del uso del biberón, más complicado será para ti y para el pequeño dejar este hábito. Así que, hazlo a tiempo siguiendo estos consejos para que no tengas que ver su salud oral y psicológica afectada. Y por supuesto, estamos listos para ayudarte con toda la atención y asesoría con nuestros expertos en odontopediatría.